Gran Canaria - 1977

Las Palmas y más 

Creo que casi no hay año sin habernos ido de viaje. Tanto a mi marido como a mí nos encantaba (cuando éramos más jóvenes). Tengo que decir que con él hubiese ido al fin del mundo; siempre me sentía bien acompañada y protegida.

Pues, en el año 1977, hace poco que nuestro “peque” había cumplido 2 años y, junto con un matrimonio amigo nuestro y su hijo de 4 años, nos embarcamos en un vuelo de Spantax dirección Las Palmas de Gran Canaria. Esta compañía ha dejado de existir hace ya muchos años, pero en aquel entonces nos llevó vía Madrid a las Islas Canarias en un DC8, si bien me acuerdo.  

Había vestido a nuestro “peque” con un trajecito de vaquero, iba muy guapote y elegante, pero ya a bordo del avión pasó que, tal vez por los nervios del viaje, se le escapó un pipi y tuve que cambiarlo con el primer pantalón que tenía a mano. Así que pronto se rompió la imagen tan “chula” que había preparado para el vuelo y nuestra llegada a Gran Canaria.

Pequeño incidente aparte, llegamos muy bien a Las Palmas, la capital de Gran Canaria, situado en el Océano Atlántico. La agencia de viajes contratada nos recogió para llevarnos al hotel en el centro de la ciudad, aunque tampoco lejos del mar.

Por la noche ya nos fuimos a dar una vuelta. La espaciosa Playa de las Canteras no recibió totalmente iluminada en un ambiente muy agradable.

A partir del día después alquilamos un coche y nos fuimos por nuestra cuenta de excursión a varios sitios. Para ocupar a nuestros niños en la parte trasera del coche, antes de salir, cada vez nos paramos a comprar unos coches en miniatura. Ellos felices y nosotros tranquilos para disfrutar de los paisajes.

Un día nos fuimos a una plantación de plátanos en Bañaderos, en la costa norte de Gran Canaria. Visitamos también El Cenobio de Valerón, un parque arqueológico situado en un barranco en el norte de la isla. Se trata de un granero colectivo construido y en su tiempo usado por los aborígenes de la isla.

De nuestras distintas excursiones tengo en mi memoria carreteras muy “peligrosas” pasando por barrancos impresionantes. Estaba más tranquila visitando la Playa de San Agustín en el sur de la isla y, por supuesto a Maspalomas, famoso por sus amplias extensiones de dunas en la costa con su alto y vistoso faro, en funcionamiento desde finales del siglo XIX, necesario para la navegación marítima.

Al ser las Islas Canarias tierra volcánica, las playas son, en muchos casos,  de color gris. Nadar en el Atlántico tampoco es lo mismo como hacerlo en el Mediterráneo. Durante nuestra estancia, nadie de nosotros nos hemos metido en el mar, pero sí hemos paseado por las playas y nuestros niños se han divertido.

Una de las excursiones más bonitas que recuerdo fue al pueblo de Arucas, a 17 km de Las Palmas. En el valle son absolutamente impresionantes las muchas plantaciones de plátanos alrededor del pueblo.

De las Islas Canarias sólo he conocido Gran Canaria. No tuve otra ocasión para visitar otras. ¿Tal vez en otra ocasión?