Menorca - 1978

 

Cala Blanca, Ciudadela  y más

Viajando por varios sitios del mundo es más que justo visitar también lo que tenemos más cerca. Así que nos fuimos a Menorca, otra isla de las Islas Baleares, situada en la parte nororiental, diría que algo distinta a las demás. Hace poco he visto un documental en la televisión autonómica donde se veía a Menorca desde el aire, precioso. Se ve que la isla es mucho menos montañosa que p.e. Mallorca, más pequeña también y mucho más blanca. El blanco de las casas, al parecer, es el color predominante, puede ser que incluso “impuesto, obligado” y, junto al azul del mar y lo verde de sus paisajes es una sinfonía de colores muy bonita.

Este viaje lo hicimos junto a nuestros dos hijos y lo disfrutamos muchísimo. Nos hospedamos sólo durante un par de días en un hotel de Cala Blanca, una preciosa cala con playa de fina arena blanca, no muy lejos de Ciudadela. Lo especialmente bonito de Menorca son precisamente sus muchas calas, hay un sinfín de ellas alrededor de su costa, todas acogedoras y preciosas.

Los días que no pasamos en la playa debajo de nuestro hotel, nos fuimos en un coche alquilado para conocer lugares de sus costas. Una de las excursiones más bonitas fue visitar el pueblo de Fornells, donde – faltaría más – disfrutamos una magnífica caldereta de langostas. ¡Qué gustazo!  Se trata de un pueblo en el norte de la isla, absolutamente marinero, situado en la bahía de Fornells.

Hicimos otras excursiones, una de ellas a Cala Mezquida, más amplia que otras, a la playa de Macarella o a la playa Cala´n Turqueta; ya lo dice su nombre, con aguas de color turquesa impresionante. Por supuesto, también nos paramos en Cala Galdana, una de las más grandes y turísticas. Es que la costa de Menorca es muy accidentada y diversa y con una cala tras otra.

No llegamos a visitar ningún talayot, restos prehistóricos casi exclusivos de Menorca. Hay miles repartidos en toda la isla. Se trata de construcciones megalíticas. La palabra talayot tal vez se podría traducir con “atalayas”.

Como tan sólo habíamos programado un par de días, tampoco bastaron para visitar Mahón y su puerto o pueblos del interior. Prometimos volver en otra ocasión. Lo hicimos en el año 1991. Menorca bien valía otro viaje! 

Quiero hacer también mención de algo tan especial como la “rissaga” que se da sólo en Menorca, en Ciudadella.  Es un fenómeno meteorológico parecido a un mini-tsunami, aunque nada comparable a los tsunamis del Pacífico. Se pueden ocasionar olas de 4-5 metros que inundan todo lo que encuentren a su alcance una vez sobrepasadas los pantalanes. Precisamente Ciudadella está más expuesto a este fenómeno meteorológico ya que su puerto tiene forma de embudo.

Escribir sobre viajes efectuados, aunque fueran hace tantos años, me hace revivir algunos momentos especiales y bonitos. De verdad, me gusta mucho.  

Como ya dije, en el 1991 hicimos una excursión de un día en barco desde Mallorca a Menorca y vuelta. Así que esta vez sí que pudimos conocer el puerto de Mahón y otros lugares de la isla. Me encanta la arquitectura de las casas menorquinas, la combinación de sus colores, su vegetación, su tranquilidad.