Túnez e Italia - 1976

Destino Túnez y Génova

En otoño del año 1976 tuvimos la suerte de recibir nuevamente una invitación por parte de la compañía naviera danesa “DFDS Seaways” para participar en un crucero por el Mediterráneo saliendo desde Málaga a Túnez y Génova y vuelta a Palma de Mallorca.

Resulta que en aquel momento nuestro hijo tenía tan solo 1 año y algunos meses, así que de momento dudamos. Pero, finalmente nos apuntamos toda la familia, mi marido, mi hija adolescente y el niño pequeño. Creo que fuimos valientes!

Llegados a Málaga en vuelo desde Palma embarcamos en el crucero de la DFDS Seaways, que ya conocíamos de otro crucero en el año 1972.

La ruta prevista era Málaga-Túnez. Bueno, puedo decir que por suerte esta travesía ha sido tranquila.

Llegados al Puerto de La Goulette en Túnez nos llevaron a una excursion organizada. Aparte del centro de la ciudad estuvimos en una fábrica de alfombras. Una maravilla de alfombras, pero caros. El el que tenía muchísimo éxito durante esta visita fue precisamente nuestro “peque”, las mujeres tunecinas allí presentes no dejaban de tocar su cabello rubio y acariciarle la carita. Obviamente no entendimos lo que decían, pero se notaba que estaban encantadas.

Una vez de vuelta a bordo, el próximo destino era el Puerto de Génova (Italia). La verdad es que en las dos escalas no hubo mucho tiempo para conocer bien las ciudades. En Génova, p.e., nos dejaron pocas horas libres para visitar el centro por si quisieramos hacer alguna compra en suelo italiano. Tampoco hemos disfrutado  ningún almuerzo en un restaurante durante nuestras breves estancias en tierra. Todos los almuerzos y cenas se hicieron siempre a bordo y ¿qué decir de lo bueno que se ofrece generalmente a bordo de un crucero, más aún en un buque con bandera nórdica? ¡Magnífico todo! Lo que más nos gusto eran los bufetes con el famoso “Smorrebrod”, auténticas delicias.

Hablar de la vuelta Génova/Palma ya es algo distinto. En el Golfo de León tuvimos tan mala mar que el buque parecía una cascara de nuez entre las olas. Fue tan espectacularmente movido aquel trayecto y de noche, que hasta mi marido, “marinero de devoción” y nada asustadizo me dijo “por favor, coge el niño contigo”.

Llegados sanos y salvos a Palma di gracias al cielo y pensé para mis adentros “nunca más”!  Cosa que no complí ya que en el año 1995 me volví embarcar junto a mi esposo en otro crucero desde Atenas a las Islas Griegas. Pero esta es otra historia.