Brasil - 1993

Río de Janeiro y Fortaleza

Siempre había deseado conocer Brasil, siempre, cuando alguien me contaba cosas de este gran país, sentía curiosidad y al mismo tiempo estaba segura y convencida de que me gustaría. Y no me defraudó, claro está, cuando en 1993, con motivo de un congreso anual y en compañía de mi esposo pude conocer y sentir Brasil.

En un Boeing 747 de la compañía brasileña VARIG aterrizamos de madrugada en el aeropuerto de “Fortaleza”, capital del estado de “Ceará” en el nordeste del país. En el aeropuerto nos recibieron con bailes regionales y luego en el hotel nos dieron la bienvenida con cocos decorados y flores.

Las primeras horas de un día 4 de noviembre en tierras brasileñas nos fuimos a conocer parte de la ciudad de Fortaleza. Nos encantó el barrio bohemio “Iracema”, barrio de poetas, músicos y artistas, en general. Por la noche, enfrente del “Club Náutico”, visitamos la clásica feria de artesanía que allí funciona todos los días.

Me encanta oír hablar a los brasileños, esa dulzura de su idioma, como igualmente disfruto escuchando su música, tiene algo especialmente dulce y sensual.

Había mucho programa para nosotros en Fortaleza, todo bien organizado, como p.e. la visita a la cooperativa artesanal, la Avda. Beira Mar hasta el “Foro di Mucuripe”, el “Teatro José de Alencar” y otros lugares. Lo anecdótico era que en cada desplazamiento que hicimos, siempre estuvimos acompañados por un pequeño grupo de policía turística o de feria, todos motorizados, unos delante y otros detrás de nuestro autobús. Todos parecían tener la misma estatura.

Nuestra primera excursión fuera de Fortaleza fue a “Cumbuco Beach”, un lugar costero de naturaleza impresionante. Pero aún me gustaron más el “Beach Park” y “Beach Club” al lado del mar. En este “Beach Club” tuvimos a nuestra disposición un “pequeño ejército de auténticos Beach Boys”, nos mimaron de tal manera con bebidas y ricas tapas que nos costó mucho irnos de allí. Además, la increíble luz, la brisa constante y la música de fondo hicieron estas horas placenteras e inolvidables.

Finalizados los cuatro días en Fortaleza y en un vuelo de VARIG con escala en Natale llegamos a Río de Janeiro.

Increíblemente hermosa la aproximación a la ciudad del “Pan de Azúcar”, situado en la boca de la “Bahía de Guanabara”. Desde el avión se tiene una vista espectacular.

Por supuesto, una vez instalados en nuestro hotel “Le Méridien Copacabana” nos hicimos a la calle para descubrir los alrededores. Nos habían advertido de la inseguridad y, lógicamente, no nos alejamos demasiado del hotel. Pero la hermosa “Playa Copacabana” sí la disfrutamos, al menos paseando o tomando alguna cervecita bien fresca.

Era igualmente obligada la subida al “Corcovado” para rendir homenaje a la inmensa estatua del “Cristo Redentor” con los brazos extendidos.

Otro día en un “sightseeing”, nos llevaron a ver la famosa playa de “Ipanema”, igualmente preciosa, y a “Sao Conrado”, lugar de encuentro de los “hombres voladores” lanzándose en sus planeadores de colores desde la “Roca Gavea”.

Es obvio que en este viaje a Río de Janeiro estaba programada la visita a una escuela de Samba. ¡Un derroche de colores y ritmo!

Pero aún nos esperaba otra sorpresa, una excursión en barco a las “Islas Tropicales”, partiendo desde el típico pueblo de pescadores “Itacuruca”. Llegamos en autocar desde Río y pronto nos embarcamos en esta aventura. A bordo, cómo no, hubo música y ¡Caipirinhas! Nuestros guías Luís y Iolanda hicieron su trabajo de forma muy profesional, con mucho cariño y entonando con los músicos y todos nosotros el famoso “Mais que nada, oh Mariaaaano” ¡vaya ambiente!

Nuestro destino era una solitaria y bonita playa, totalmente virgen, para baño y almuerzo. Preciosa la vista sobre el mar desde este sitio.

Como todo lo bueno, también este viaje interesante llegó demasiado rápido a su fin, pero no sin antes de hacer una visita guiada a “H. Stern”, la empresa conocida mundialmente por su talleres y salas de exposición con magníficas piezas de alta joyería y piedras preciosas. También pudimos asistir a un verdadero “Desayuno con Diamantes”, ofrecido por la empresa mencionada. Bellísimas modelos hicieron una demostración impresionante “live” de joyas increíblemente bonitas al son de música brasileña. ¡Un lujo total!

La mañana de nuestra salida al aeropuerto Galeao de Río de Janeiro, aún pudimos gozar una vez más del extraordinario “Café da Manha” en la cafetería del Hotel “Le Mériendien” y nos llevamos de recuerdo, entre otras muchas, muchísimas cosas, la linda sonrisa de una preciosa chica carioca. “Diciemos adios, com a esperanza de volver…”.