Cuba - 1998

La Habana, Varadero y mucho más 

Se cuenta que Cristóbal Colón, al pisar tierra antillana, la calificó como la más hermosa que ojos humanos han visto jamás. Yo realmente tenía muchas ganas, interés e ilusión por conocer Cuba, por encontrar esa “Cuba con su hábito suave” como diría Walt Whitman.  Sinceramente, me encantó este viaje. Además, tengo que decir que Cuba está en mi lista de países a los que volvería con mucho gusto. 

Esta vez nos fuimos de viaje por cuenta propia, es decir, no con la Asociación de Agencias de Viajes para la que trabajaba mi marido, sino compramos un viaje organizado por un turoperador español.

En un Boeing767 de la desaparecida compañía aérea Spanair aterrizamos un 21 de noviembre del año 1998 en el aeropuerto José Martí de La Habana. Nuestro destino inmediato era el magnífico hotel Meliá Varadero que por su situación y entorno significa un auténtico placer. Sus instalaciones alrededor, zona de piscina incluída, cual isla tropical, con todo lujo de detalles.  En la playa de Varadero, mundialmente conocida, con 20 km de fina y blanca arena, mar cristalino y un clima subtropical (temperatura media anual de 25º C) quedaba garantizado todo lo que se puede desear para desconectar, relajarse y disfrutar.  Allí pasamos muchas horas muy agradables, con lectura, música o charlando con amigos. El mar allí tiene matices desde un verde-azul claro hasta un azul muy profundo en el horizonte. Por supuesto, tampoco nos libramos de una breve, pero intensa tormenta tropical; llegó de repente, descargó todo su potencial de viento y lluvia y nos hizo correr a todos...

Desde luego también teníamos previsto hacer desde allí varias excursiones por la isla para conocer otras partes del país. Nuestra primera visita fue al Parque Josone de Varadero, “un paraíso verde en el azul” como reza su publicidad, lleno de rica flora cubana, lleno de belleza.  Hasta tuvimos la suerte de que un grupo de músicos nos deleitó con sus canciones románticas mientras tomábamos un refresco en el recinto.

La segunda excursión a Pinar del Rio era mucho más larga. Pasamos por inmensas plantaciones de caña de azúcar y nos cruzamos con guajiros a caballo con su ganado. La vuelta se me hizo interminable, incluso se hizo de noche y, a decir la verdad, el autobús no era precisamente de última generación....

Destino de nuestra siguiente excursión de un día entero fue Trinidad, la ciudad colonial por excelencia, declarada “patrimonio de la humanidad”, una ciudad con mucho carácter que conserva su autenticidad.  También nos llamaban mucho la atención los coches de modelos antiguos. Asimismo, visitamos un taller de puros y la Casa del Alfarero. Tuvimos un excelente almuerzo, acompañado – como no podía ser de otra manera – de guitarras y cantantes. En Cuba el abrazo de la música está siempre presente.

Hicimos otra excursión importante, interesante y muy esperada por mí, es decir a La Habana. Es que de tanto haber oído y leído sobre la capital de Cuba, mi expectación y curiosidad fue máxima. Creo que visitamos todo lo que había que ver en esta hermosa ciudad, sus majestuosos monumentos y edificios, sus fortalezas coloniales, el famosísimo Malecón, el Castillo del Morro, símbolo inequívoco de Cuba (capté una imagen simpática con una cantante y su guitarrista cerca del Castillo), la Catedral, La Plaza de la Revolución y, como no, La Floridita, la "cuna del Daiquiri”, La Bodeguita del Medio y el Hotel Ambos Mundos, donde en la década de los 30 se hospedó el novelista Ernest Hemingway. Precisamente en el "roof top" de este hotel  degustamos y disfrutamos de un auténtico mojito, una bebida sin duda algo embriagadora, pero que pone bien al cuerpo, ...ya sabéis: ron blanco, zumo de limón verde y hojas de hierbabuena. 

Por alguna parte he leído que La Habana es un lugar que no se puede describir con palabras, hay que vivirla, sentirla. Ahora bien, Alexander von Humboldt, considerado segundo descubridor de Cuba, la calificó muy acertadamente como una de las ciudades más pintorescas de América.